Galería Vértice

El campo, el mar, la luz, la tierra, el horizonte… determinan decisivamente la imagen de las superficies que pinta o dibuja. Los paisajes interiores, dicen los que escribieron sobre su trabajo, son las lecturas que el artista hace del mundo, la “negación de la vocación mimética de la pintura”, “proyecciones simbólicas del espíritu”, “indistinción entre lo natural y lo mental”, “pintura hecha a partir de dentro, “fecundación de la materia (creación)”…

Pintor de la tierra en una cultura que cada vez la olvida más, sus obras hacen pensar en el Jean Giono de “Canto del mundo” o en John Berger de “Puerca tierra”. Su pintura se nutre de aquella tradición informalista que, a través de las direcciones de la pincelada, cargada de pasta, y de la misma materia, evoca la propia tierra. Pero en él, más allá de la referencia a la agricultura, es la experiencia profunda de esa tierra la que suscita la pintura. Sus obras, incluso en sus títulos, parecen mostrar la fertilidad, pero también la condición de magma ígneo o eruptivo que a veces asume la materia.

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