Galería Vértice

Miguel Villarino

(Morales del Rey, Zamora. 1959.)

Construcción-destrucción, siluetas humanas -horizontales en unos casos, verticales en otros-, cabezas y calaveras, referencias siempre a la enfermedad, a la muerte y a la violencia. Edificaciones que evocan la gran ciudad y la soledad que en ella reina…

La pintura de Miguel Villarino está hecha de contrastes, de coexistencia de contrarios, de vida -él mismo contempla sus cuadros, en cierto modo, como páginas de un diario íntimo-, y de muerte.

En verdad, si se piensa bien, el repertorio le proporciona casi como un esqueleto del mundo y de la narración, contado todo ello, además, con los medios en apariencia más precarios: al trazo de aspecto infantil le sigue el análisis de la forma reduciendo ésta a sus elementos esenciales, arquetípicos, a lo que se suman esos colores en estado puro que nos recuerdan cómo las cosas pueden ser afrontadas plásticamente de la manera más directa, para conservar una impronta genuina y llena de fuerza y placer.

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