El gijonés Aurelio Suárez es autor de una de las obras más singulares, sugestivas y todavía poco divulgadas de la pintura española del siglo XX. Confinado durante casi toda su vida en su ciudad natal y automarginado de los circuitos del arte en los últimos cuarenta años de su trayectoria, construyó a partir de una mezcla de imaginación portentosa y disciplina diaria un universo plástico con muy pocos parangones.
Su raíz vanguardista, afín sobre todo al surrealismo, se adentró también profundamente en el suelo de la tradición y el arte popular para desplegar una vasta producción, organizada en su mayor parte en tres formatos de características fijas a lo largo de casi toda su trayectoria: dibujos que llamaba «bocetos», gouaches y óleos que organizó a menudo en series temáticas o estilísticas. En ellos abrió un cosmos personal muy complejo, lleno de encanto poético, humor y sentido de la maravilla cotidiana.