Integrado por edad y sensibilidad en el cogollo de artistas que renovaron la plástica asturiana a partir de los años 80 del pasado siglo, Pablo Maojo es autor de una de las obras de mayor impacto y reconocimiento, también entre el gran público, del panorama asturiano reciente.
Su escultura combina contundencia y delicadeza en el tratamiento de la madera policromada con tonos puros y planos, y en la que es capaz de plasmar por igual la vehemencia del gesto como el rigor de la construcción y la composición. Al mismo tiempo, su obra incorpora en todo momento los hallazgos de una sensibilidad a la que no ha sido ajena casi ninguna disciplina plástica, además de la instalación o las artes decorativas.
De todo ello queda constancia en una escultura capaz de conmover tanto en los registros más íntimos, a veces muy próximos a la pintura, como en la monumentalidad cargada de una limpia poesía en sus piezas más masivas y totémicas.