Paco Fernández sintetiza en su trabajo el esencialismo y la economía formal de las corrientes minimalistas, la intuición y la delicadeza expresiva de la abstracción lírica y el interés por la incorporación del azar, la experimentación y los procesos a la obra, que concibe ante todo como objeto: el resultado tangible de una manipulación mezclada con la propia experiencia. Con todo, nada de ello, ni siquiera la simple idea de «pintura» acaba de definir su producción, en la que, lejos de la pureza minimalista, cobran gran importancia la imperfección o las marcas del deterioro.
Fernández utiliza a menudo soportes encontrados, pecios de madera o cartón, sobre los que acumula capas de color manejando con maestría los efectos de materia y de luz. Sus piezas forman parte a menudo de sutiles construcciones modulares que ocupan los espacios y los modifican.